Sobre la "Defensa personal"

Creo que en estos tiempos en los que parece ser que la violencia y también una especie de desamor generalizado empiezan a cundir por las calles y también en las mentes de las personas, es necesario reflexionar sobre ciertas cosas, que como karatekas nos incumben y mucho.
La escalada de violencia social, provocada por diversos factores en los que se mezclan la pobreza, la desocupación, la falta de integridad en las familias, las drogas y demás factores complejos, hacen que muchos individuos de la sociedad sientan miedo y también la necesidad de hacer algo para remediarlo. Algunos acuden a utilizar elementos de defensa como gases irritantes, palos, armas blancas y también armas de fuego, en los dos últimos casos al margen de la ley.
El asunto que más nos importa de tratar en este tema, debido a que tenemos conocimiento y por lo tanto poder de opinión al respecto, son los “cursos acelerados de defensa personal”. En estos tiempos a veces aparecen publicidades por las calles, que dicen enseñarle a un sujeto promedio que nunca tuvo experiencia en ningún arte o sistema de lucha y en una clase de solo cuatro horas, librarse de asaltantes, y evadir ataques con armas tanto blancas, como de fuego.
La síntesis que me queda por decir de lo anterior es; si quiere vivir lo suficiente, no haga caso de todas esas mentiras que por el simple hecho de ganar dinero algunas personas no del todo bien intencionadas publicitan.
Quien ha practicado o practica un arte marcial, y lo hace de una manera ordenada y comprometida, mejor que nadie sabe todo el tiempo que lleva poner cada pieza en su lugar para que las cosas salgan como es debido que ocurran. No es una tarea que se pueda lograr en un mes o en un año. Sobre todo el dominio de la mente, la confianza en uno mismo, el no asustarse y hacer una tontería, el saber medir con calma el alcance de la situación, hasta incluso el grado de sangre fría a tener en una respuesta meritoria son cosas que se logran con mucha disciplina. Muchas veces, incluso para quien pueda estar lo debidamente entrenado, lo mejor es mantener la calma, pues la distancia que media entre un acto heroico y una estupidez colosal a veces es nula.
Por ello quiero, pues siento que tengo la obligación, desmitificar toda solución mágica que algunos comerciantes y apólogos de finales prematuros, suelen ofrecer como remedio ante un clima de relativa tensión, causa del miedo de alguna vez en la vida ser abordado por una situación peligrosa. Solo un entrenamiento constante y conciente de años pueden lograr en nosotros la metamorfosis no sólo física, sino (y fundamentalmente) mental necesaria para poder solventar situaciones de riesgo.
Es verdad, esa vieja afirmación; nunca gana el cuerpo más fuerte, sino la mente más feroz.
Igual, nunca olvidemos “Karate ni sente nashi” (en el Karate no existe el primer golpe).